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Comunidades de lectores: lo real, lo posible y lo necesario en la sala de clases

  • Macarena Gutiérrez
  • 17 jun 2019
  • 4 Min. de lectura

Las comunidades de lectores son equipos: juntos logra desarrollar y potenciar habilidades propias de la lectura y escritura

Lerner, D. (2001). Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. En Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. Bs Aires: Fondo de Cultura Económica. 25-37


Resumen


El texto tiene como objetivo plantearnos a la lectura y a la escritura como prácticas sociales. Teniendo esta premisa como base, se exhorta a que los y las docentes resignifiquemos el proceso de enseñanza tradicional de estos ejes, ampliándolos hacia prácticas reales, ya que todos los y las educandos las utilizan activamente en su cotidianidad con diversos fines (Lerner, 2001, p. 25). Sin embargo, para lograr este cambio en el proceso de enseñanza-aprendizaje, es necesario considerar, en primer lugar, cuáles son las adaptaciones que se requieren con urgencia en las sala de clase, en segundo lugar, cuáles son las posibilidades de llevarlas a cabo en la escuela, y en tercer lugar, cómo podríamos aplicar esta propuesta de manera concreta.

En la escuela es necesario generar comunidades de lectores que tengan propósitos diversos (expresivo, informativo, introspectivo, metalingüístico, etc) y que acudan a la lectura para resolver distintas problemáticas (Lerner, 2001, p.27). Esta orientación busca que posteriormente los y las estudiantes sean sujetos activos, que logren apropiarse de la lectura y que generen escritos que les permita ser partícipes de una cultura escrita (p.27) y -evidentemente- social.

No obstante, para alcanzar este objetivo, es preciso ser conscientes de lo real: existen dificultades para medir el aprendizaje de estos contenidos al ser desarrollados como prácticas sociales y como en la escuela existe una necesidad de evaluar, al incorporar esta perspectiva, probablemente solo se consideren los aspectos más visibles y medibles – y en ocasiones más superficiales- de este proceso. Asimismo, se debe tener en cuenta que generalmente existe una desalineación entre los propósitos de lectura trabajados en el aula y lo que ocurre fuera de esta, con lo cual se vuelve esencial que la organización de los contenidos sea cuidadosa para que se logre una secuencialidad en el desarrollo de la lectura y la escritura. Finalmente, es una dificultad que los y las estudiantes pocas veces participan de sus propios procesos formativos durante la escritura.

Considerando este escenario, lo posible de realizar por el profesorado es "generar condiciones didácticas que permitan poner en escena[...] una versión escolar de la lectura y la escritura más próxima a la versión social (no escolar) de esas prácticas” (Lerner, 2001, p.32). Lo anterior, podría concretizarse a través de la incorporación en los contenidos de los roles de los escritores y lectores (p.32) y la implementación de distintas estrategias didácticas que consideren propósitos comunicativos reales y actuales, a través de por ejemplo, la creación de trabajos por proyectos o actividades que impliquen una periodicidad.


Foco de lectura y valoración


Desde nuestra visión, la mayor utilidad que destacamos de esta propuesta es el llamado que se nos hace a pensar en distintas maneras de orientar la labor docente a la hora de desarrollar estos ejes fundamentales en la asignatura de Lengua y Literatura, pensando desde la colectivo. Esta resignificación tiene como uno de sus propósitos abordar la enseñanza y el aprendizaje desde lo útil y cotidiano, lo que nos permite considerar también en cómo esta propuesta puede vincularse con otras asignaturas. Por ejemplo, en el área de ciencias podría utilizarse el aprendizaje desde las prácticas sociales en la experimentación (desde lo comunitario y cotidiano), y desarrollarse también la lectura y la escritura en la elaboración de informes.

En este sentido, es fundamental abordar la lectura y la escritura como una prácticas sociales, donde la relación con otros y la creación de comunidades es necesaria. Lo anterior, nos lleva a recordar la propuesta de Barton y Hamilton (2004), quienes entienden la literacidad como una práctica interpersonal. Esta literacidad, al igual que esta propuesta de Lerner, tiene como eje esencial las redes con otros, donde hay una interacción activa entre los sujetos.

Esta propuesta, sin embargo, nos hace reflexionar en qué es lo necesario, lo real y lo posible de llevar a cabo en las aulas en las que somos partícipes hoy. Si consideramos la existencia de nuevas tecnologías ¿cómo estas tensionan lo que ocurre en la sala de clases? ¿Qué desafíos nos presentan?¿Cómo podemos utilizarlas a favor del aprendizaje en las comunidades de lectores?


Debemos fomentar la existencias de comunidades de aprendizaje que incorporen la tecnología y la relación con otros

Considerando los nuevos instrumentos digitales y tecnológicos la propuesta, destacamos la propuesta de utilizar en la sala de clases el trabajo por proyecto. Por ejemplo, sugerimos como algo posible, la creación de un podcast que será compartido con la comunidad. Este tipo de actividades es totalmente beneficiosa, pues posee un propósito claro, permiten que el conocimiento emerja desde los estudiantes, que se potencien competencias de autorregulación y autoeficacia, y que los propios aprendices se hagan cargo del proceso recursivo que implica la lectura y la escritura, donde “el compromiso que asumen hace posible que progresen en la adquisición de las estrategias necesarias para revisar y perfeccionar sus propios trabajos” (Lerner, 2001, p.34). Este mecanismo posiciona al estudiante como un agente, siendo el profesor solamente un guía que propicia las comunidades de lectores, porque fianalmente quienes las conforman y las hacen vivas y vitales son los alumnos y las alumnas.


De esta manera, este texto nos hace explorar las necesidades, realidades y posibilidades de llevar a cabo en el aula pensando a la lectura y a la escritura como prácticas sociales. Esto, nos lleva a preguntarnos sobre las posibilidades de aplicar estas propuestas en nuestros centros de prácticas con nuestros estudiantes ¿podríamos propiciar en un breve periodo de tiempo comunidades que se ajusten a las exigencias que nos imponen los establecimientos a los que asistimos y en general a las exigencias del sistema educativo nacional?


 
 
 

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