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Discusión en el aula.

  • Macarena Gutiérrez
  • 15 may 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 17 jun 2019


Nussbaum, L. (1999). La discusión como género discursivo y como instrumento didáctico. En Hablar en clase. Cómo trabajar la lengua oral en el centro escolar (pp.19-28). España: Graó.


Resumen


En este artículo se define y caracteriza la discusión, además de especificar cómo implementarla en aula. Para ello, el autor inicia su exposición señalando que el aprendizaje se produce a partir de una interacción social, donde por medio del diálogo es posible para el individuo apropiarse de los recursos de su cultura (Nussbaum, 1999, p.19). Considerando esto, una de las posibilidades de aprendizaje sería a través del género discursivo de la discusión. Este permitiría a los aprendices construir conocimiento en comunidad mediante la contraposición de ideas y/o la argumentación relacionando sus conocimientos previos y propuestas individuales con nuevas ideas (p.22). Sin embargo, para que esto ocurra Nussbaum, señala que deben coexistir cuatro condiciones básicas: complementariedad porque uno de los interlocutores asume un rol de aprendiz y otro experto, de cooperación, pues estos papeles se van alternando para llevar a cabo la discusión y para determinar los temas, formalidad en cuanto a la estructura y enunciación en la interacción y finalidad de articular dos perspectivas distintas sobre el asunto tratado sin afectar la imagen social de los participantes.

Lo fundamental de la propuesta realizada en este texto, es que se nos ofrece una alternativa concreta a prácticas tradicionales y más recurrentes de enseñanza/ aprendizaje en la sala de clases, donde es el docente quien guía la mayor parte de la clase y los y las estudiantes tienen una participación reducida. En la discusión, en cambio, son los mismos estudiantes quienes elaboran el conocimiento a través del diálogo con sus pares en grupos pequeños. Esto implica, sin duda, que los alumnos interactúen en un espacio que perciban como seguro para poder compartir sus ideas y complementarlas con sus pares. En este contexto, se hace necesario un profesor con las competencias suficientes para intervenir en los grupos de manera oportuna y que cuando sea necesario ayude a que, por ejemplo, los estudiantes puedan expresar sus ideas o que no se desvíen del tema.


Foco de lectura y valoración

La propuesta de Nussbaum resulta útil y destacable. Esta replantea los roles tradicionales del docente y el alumnado en la sala de clases. Sin embargo, no solo se remite a un cuestionamiento, sino que nos propone de manera clara una alternativa: la discusión en el aula. Con esto, nos señala acciones concretas a realizar como profesores y qué tareas asignarles a nuestros estudiantes para que estos puedan construir conocimiento en comunidades de aprendizaje. Así, Nussbaum a nivel didáctico nos entrega herramientas para aplicar la discusión en clases, pero dando indicios de que no podemos perder de vista el contexto propio del aula en el que la aplicamos. De esta manera, durante la lectura nos preguntamos ¿sería la discusión un método pertinente para desarrollar con mi grupo-curso en el centro de práctica? ¿Qué adecuaciones debería realizar para que funcione con mis estudiantes? ¿Cuáles podrían ser mis intervenciones desde mi rol como mediadora de acuerdo a las características de mis alumnos y alumnas? ¿Asignando roles en la discusión, formando yo los grupos de trabajo?

Considerando lo anterior, es que reflexionamos en nuestra posición como docentes. Nussbaum al destacarnos las cuatro condiciones que deben estar presentes para que se lleve a cabo una discusión efectiva, nos señala que estas también son intercambiables entre los participantes a lo largo de la interacción. Este sería el factor predominante que hace afirmar que la discusión “se presenta como un tipo de interacción frágil” (1999, p. 21). No obstante, esta fragilidad es manejable; puede y debe ser salvaguardada por el profesor.

Un método tradicional como IRE (interacción, respuesta, evaluación), donde el docente direcciona preguntas usualmente cerradas a los estudiantes, nos permite recoger de manera efectiva información de habilidades cognitivas elementales (generalmente conocer y reconocer según taxonomía de Bloom) y anticiparnos a las respuestas de los estudiantes. Con este tipo de interacción, nos enfrentamos a un género mucho más estable, y por ende, menos frágil que la discusión. Sin embargo, no debemos abandonar la idea de utilizar la discusión en nuestras salas de clases; si somos docentes que constantemente reflexionamos sobre nuestras prácticas docentes, debemos también ser conscientes de la realidad de nuestras aulas y conocer a nuestros estudiantes. Esto, nos permitiría enfrentarnos y aplicar metodologías de habla exploratoria de manera mucho más confiada. Podemos jugar con esa fragilidad del género y potenciar nuestras propias competencias, esas que nos permitan mediar de manera efectiva: atendiendo las necesidades de nuestros estudiantes para que se lleve cabo la actividad y evitando que las metas de aprendizaje se desvíen.

Lo anterior, nos hace seguir interrogándonos sobre el rol desempeñado por los y las estudiantes. Junto al papel de constructores de conocimiento en contacto con los pares ¿qué otras característica podemos potenciar en los alumnos y alumnas? Utilizando la discusión no solo guiamos el desarrollo competencias verbales y de comunicación oral, sino que también podemos contribuir en la percepción que los y las aprendices tienen de su autoeficacia y en el desarrollo de su autorregulación. Esto quiere decir que, además de las ventajas señaladas por el autor sobre tener una mayor participación en la interacción y de poder expresar con mayor libertad sus ideas (Nussbaum, 1999, p.25), los estudiantes podrían mejorar la percepción que tienen, por una parte, sobre sus propias habilidades al reconocerse como sujetos capaces de generar conocimiento y, por otra, sobre el control que poseen de su desarrollo intelectual.

De esta manera, Nussbaum a través de la discusión productiva nos propone un método alternativo al de la enseñanza tradicional, donde prima la participación de los y las estudiantes. Su aplicación, además puede contribuir de manera significativa en el desarrollo de percepciones y herramientas de los estudiantes. Todas estas posibilidades, sin embargo, solo son realizables cuando existe un docente que conoce contexto de la aula en la que se inserta. Por lo tanto, el la propuesta de Nussbaum es una contribución para desarrollar habilidades de comunicación oral en la escuela, pero también para fomentar habilidades y conocimientos en los y las estudiantes



 
 
 

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