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Interpretando textos literarios desde la experiencia

  • Macarena Gutiérrez
  • 23 sept 2019
  • 2 Min. de lectura

Álvarez, M. S. (2014). Leer para sentir. La dimensión emocional de la educación literaria

La dimensión emocional en la educación literaria . Impossibilia 88, pp. 155-178


Considerando un modelo de enseñanza de la literatura basado en la historicidad y agotado en sí mismo, este texto plantea una transformación de los métodos tradicionales de enseñanza/ aprendizaje de la lectura. En el enfoque desarrollado por Álvarez (2014), considerado como “educación literaria”, es necesario que los/as docentes reorienten la enseñanza/ aprendizaje hacia el placer del texto y fomenten en los lectores una vinculación entre la comprensión de las lecturas y su experiencia vital. Con esto, se espera que la lectura sea un instrumento de autoconocimiento y de relación con otros, sin perder de vista las características propias (estéticas y de producción) de cada obra.

Este texto, sin duda resulta un aporte en nuestra formación como profesoras, ya que además de presentarnos los principales lineamientos de la educación literarias, nos muestra una manera en la que podemos propiciar que la lectura para los/as estudiantes se transforme en un aprendizaje significativo ( Álvarez, 2014, p. 173). En primer lugar, es indispensable que los/as docentes escojan lecturas adecuadas y controversiales respecto a la realidad de cada grupo-clase (Lázaro Carreter en Álvarez, 2014, p.171). Posteriormente, luego de la revisión del texto, es necesario que se dé el espacio para que el/la alumno/a pueda expresar su emocionalidad y que el/la docente pueda andamiar la interpretación del lector/a; profundizándola, abriéndola a otras lecturas, conectándola con el contexto de producción, entre otros. Este diálogo, permitiría desarrollar progresivamente la competencia literaria en el/la estudiante y que sea finalmente el/ella quien construya el significado de la obra. Cabe destacar que esta interpretación por parte del alumno/a constituye “una búsqueda activa de los significados que la ficción pueda sugerir a cada lector” (p. 169) tanto a partir de su experiencia vital y emotiva, como también de sus conocimiento de mundo y las lecturas que ha realizado previamente.

De esta manera, pese a que la figura del docente como animador/a de la lectura es importante, los reales protagonistas son los/as estudiantes y sus experiencias a partir de las cuales el texto adquiere valor. Lo anterior, aumenta las posibilidades de que a futuro el hábito lector permanezca, ya que los objetivos de la educación literaria se orientan en que incluso cuando las obras literarias hayan sido escritas hace muchos años atrás, su lectura pueda ser iluminada desde la propia vida cotidiana y el sentir de cada alumno/a

 
 
 

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