Escritura y géneros discursivos
- Allison Soto
- 19 jun 2019
- 4 Min. de lectura
Zayas, F. (2012). Los géneros discursivos y la enseñanza de la composición escrita.
Revista Iberoamericana de Educación 59. pp. 53-85.
Resumen
En este artículo se aborda la noción del concepto de género y sus distintas implicaciones en la enseñanza de la escritura. Al comenzar a caracterizar el concepto, el autor recurre a la definición propuesta por Bajtín (1982), de donde se puede destacar el carácter enunciativo que se le otorga a la lengua y que se ve influenciado por prácticamente todos los aspectos de la praxis humana, así como esta última se influencia también por la lengua. Además, estos enunciados tendrían la particularidad de reflejar condiciones específicas de una situación comunicativa, las cuales no solo serían de carácter gramatical, sino que también estarían presentes recursos léxicos y de estructuración. De la noción de género aportada por Bajtín, el autor destaca principalmente tres ideas. La primera guarda relación con que cada género está asociado a un tipo de intercambio específico dentro de una actividad social determinada; la segunda consiste en que los y las hablantes hacen una selección de los géneros que utilizan dependiendo del tipo de actividad que van a realizar; la última se refiere a que los géneros van a mantener ciertas estructuras relativamente estables, relacionadas al tema, al estilo verbal y la composición, lo que funcionaría como un reflejo de la interacción que se está llevando a cabo. (Zayas, 2012, pp. 63 - 66)
En base a lo anterior, el autor afirma que cada texto, en cuanto a género discursivo, ha de contar con dos características que son indivisibles: cada texto ha de considerarse como una práctica discursiva y como una construcción verbal, por lo tanto, enseñar a escribir consistirá en enseñar a apropiarse de diversas formas genéricas. En este sentido, conocer las características de los géneros que se van a enseñar, contribuye a definir los objetivos de aprendizaje que guiarán el proceso, en consecuencia, lo anterior debe estar ligado a la planificación de la enseñanza y a las actividades que en esta serán realizadas. En cuanto a la distinción entre texto y género, el autor plantea que esta nace desde el ámbito de la didáctica al momento de plantear una reforma que diera lugar a la enseñanza del uso de la lengua, en lugar de la transmisión de conocimientos gramaticales. Siguiendo a Rodríguez Gonzalo La diferencia es ejemplificada con el caso de la argumentación, la que puede ser entendida como género en el sentido de actividad social que se lleva a cabo mediante la utilización de géneros diversos (carta al director o columna de opinión, por ejemplo). En estos casos hay una intención y se llevan a cabo actos verbales que pretenden convencer con argumentos. Por otra parte, la argumentación podría ser entendida como tipo de texto en cuanto a los patrones organizativos que esta presenta, que puede apreciarse en diferentes actividades discursivas.
Foco de lectura y valoración
En relación al aporte que nos entrega el texto, consideramos de suma importancia la distinción planteada en cuanto a tipo de texto y género. Esto, porque se pone en evidencia la noción social y comunicativa que tiene la escritura y que muchas veces no se considera en las tipologías textuales, o si se hace, se limita a un análisis estructural y la noción comunicativa en cuanto a su propósito pasa a ser un elemento estructural más, siendo que es precisamente el propósito comunicativo lo que da origen a una determinada producción discursiva mediante la utilización de un género en específico. En este sentido, lo expuesto en el texto nos entrega nociones fundamentales para abordar la enseñanza de la escritura en el aula mediante secuencias didácticas, que deben considerar dentro del planteamiento de sus objetivos la naturaleza de los géneros, es decir, como profesoras debemos conocer las características de los géneros, así como también debemos estar conscientes de las particularidades con las que una situación comunicativa cuenta, para poder abordar la enseñanza del género desde la adecuación y pertinencia que este tenga con dicha interacción.
Cabe mencionar, además, que el autor dedica un apartado a los usos verbales y la reflexión sobre la lengua, en donde enfatiza la problemática existente en las formulaciones curriculares en cuanto a la poca relación que se da entre los conocimientos analíticos de la lengua que deben adquirirse y los usos verbales. Tal y como lo plantea el autor, como profesoras y sobre todo como estudiantes que cursaron doce (o más) años de escolaridad en el sistema educativo chileno, hemos podido ser testigos de la prácticamente nula relación entre los contenidos gramaticales que son parte del currículum nacional con el aprendizaje de las diferentes prácticas discursivas, puesto que estos dos elementos son concebidos de manera independiente en lugar de ser enseñados y aprendidos como dos aspectos que están constantemente interrelacionados. En esta misma línea, es pertinente agregar la importancia desmedida que se le otorga a la enseñanza de la ortografía en cuanto la noción de corrección e incorrección

, llegando incluso a ser un elemento estigmatizador y segregador dentro de la sociedad. A través de este tipo de enseñanza de la ortografía, se ha instaurado en nuestra sociedad que escribir correctamente, respetando todas las reglas ortográficas, garantiza de una u otra forma prestigio social, sin embargo, la adecuación a distintos contextos comunicativos ha sido dejada de lado al no enseñar la utilización de ciertas reglas gramaticales como medio, sino que como fin. Ante esta realidad, el autor expone que las secuencias didácticas deben ser planificadas desde una perspectiva funcional, es decir, que respondan a las necesidades y requerimientos que como entes sociales tenemos al formar parte de una sociedad, en este sentido, las y los estudiantes deben apropiarse de los recursos que su lengua les presenta, para así poder participar de manera efectiva en diferentes instancias de comunicación, siendo conscientes de que el objetivo no es estudiar la gramática de su lengua, sino aprender a utilizar estos conocimientos para desenvolverse en situaciones específicas.
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